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Hay que afrontarlo, estamos viviendo en una sociedad consumista dictada por el marketing, donde todo lo que adquirimos tiene fecha de caducidad, o es reemplazado rápidamente por un modelo más avanzado y mejor. Además de estar siendo constantemente bombardeados por publicidad para comprar cosas que no necesitamos y no son realmente útiles, siendo su único propósito el entretenimiento momentáneo de las masas.
Al final del día, es trabajo de cada quien juzgar si eso es algo bueno o algo malo. Pero, ¿Qué efectos psicológicos tiene el fenómeno consumista en las personas? ¿Alguna vez te lo has preguntado? Nosotros sí, y quisimos exponer un poco sobre esa realidad de la que pocos hablan y que nos afecta diariamente sin darnos cuenta.
¿Por qué compramos compulsivamente?
No te sientas mal cuando te haces esa pregunta y al pensar en retrospectiva te das cuenta que sí, en realidad has estado comprando de manera compulsiva en los últimos años. Eso no te hace una mala persona ni irresponsable, simplemente estás sumergido en un mundo y una sociedad que está diseñada para comprar compulsivamente.
Pero esto no quiere decir que compres algo siempre que veas un cartel publicitario o porque tu influencer favorito te lo ha sugerido, no se trata de eso. Son compras impulsivas aquellas que se realizan a través de las emociones.
Y es que el marketing ha aprendido a trabajar con las emociones de las personas para que deseen y necesiten cosas que tal vez no querían y no necesitaban. ¿Crees que no? Piensa en las últimas tres compras que has realizado que no tengan que ver con necesidades básicas (comida o salud) y realízate las siguientes preguntas: ¿esto en qué me cambia la vida? ¿Puedo vivir sin esto? ¿En el fondo realmente lo deseaba tanto?
¿Nos sentimos vacíos?
¿Cuántas veces al momento de comprar un producto en línea tuviste la sensación que esa compra va a hacerte un poquito más feliz? No se trata de señalar a las personas y decir que se encuentran vacíos por dentro, pero no es tan descabellado pensar que en realidad sí existen pequeños vacíos dentro de nosotros, problemas que no hemos logrado solucionar, carencias que no hemos logrado llenar, que de alguna u otra forma llenamos con pequeños momentos de felicidad, los cuales ocurren cuando adquirimos eso que parece que tanto estuvimos necesitando.
Se puede decir, que comprar es como un vicio, que detona en nosotros dosis importantes de dopamina que nos hacen sentir realizados y completos por algún tiempo. Y no es de extrañar, porque como dijimos anteriormente, el mundo de las ventas pretende mover nuestras emociones, ya que es a través de ellas que nos impulsamos a llevar a cabo una compra determinada.
¿Estamos deseosos de encajar en un mundo o sociedad consumista?
Probablemente pienses que no buscas encajar en este mundo comercialmente fugaz y que no estás al pendiente de la última actualización de los dispositivos de moda y mucho menos vistes con ropa de marca. Pero lo más seguro es que al igual que el resto de las personas, muy subconscientemente intentas encajar en este mundo consumista.
Y es que al ser seres sociables, que desde pequeños aprendimos a caminar, hablar y a hacer todo lo que hacemos por medio de la observación y la repetición, no es de extrañar que ocurra lo mismo con este tipo de comportamientos sociales. Pero es que el consumismo nos atrae con señuelos atractivos, los cuales son casi imposibles de no llamar la atención de cualquiera. No es una cuestión de estilo, de estatus o de moda (aunque muchas veces sí lo es), se trata de un patrón de comportamiento en el que estamos sumergidos sin darnos cuenta y en el cual no hemos pedido entrar.
¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?
En la actualidad no solo nos venden productos o artículos de consumo masivo, también nos venden una imagen. La ropa que compramos la modelan mujeres de cuerpos esbeltos, las personas que se vuelven influenciadores, promueven un estilo de vida saludable donde verse bien es sentirse bien.
Y es cierto, la salud y estar en forma es parte de una vida más plena, pero el mensaje suele llegar distorsionado por el constante bombardeo de una belleza que en su mayoría no es real. Esto por su puesto tiene un efecto en aquellos que desean verse así y generan un autoconcepto desagradable que evoluciona a problemas de salud mentales como la anorexia y la bulimia.
Claro está, esto no ocurre en todas las personas, pero es verdad que actualmente es un tema que toca a mucha gente y tiende a provocar infelicidad, baja autoestima, e inconformidad con lo que ellos mismos son.
Deseamos inmediatez y milagros
Crecemos en un mundo fugaz, donde las tendencias duran un par de semanas y pasamos a algo nuevo rápidamente, porque muchas cosas están pasando todos los días y ahora nos podemos enterar de todo por más remoto que sea.
Lo queremos todo rápidamente, esperar es cosa del pasado. Al comprar un producto, siempre vamos a elegir la opción que demore menos tiempo en llegar y calificamos el servicio con base a la inmediatez con la que llegó.
Y es que no somos capaces ni esperar a hacer cambios en nuestra vida. Deseamos hacer el entrenamiento perfecto que nos lleve a nuestra meta en el menor tiempo posible, queremos ese medicamento milagroso que desaparece nuestros padecimientos en un instante. No podemos evitar no querer esperar por los resultados. Eso es una evidente consecuencia del consumismo actual.
En busca de la satisfacción
Al final del día, solo buscamos de sentirnos bien con nosotros mismos, y la mayoría de las veces encontramos dicha satisfacción cuando adquirimos productos que nos han vendido con extraordinaria eficiencia. Creemos que tenemos el control de lo que deseamos, cuando en realidad es el mundo el que nos dice qué desear.
Pero, ¿está perdida la humanidad al desarrollar una sociedad consumista? En realidad no, evidentemente este modelo de consumo tiene un impacto ambiental importante que no debemos ignorar. Y aunque podemos evidenciar carencias emocionales y algunos desórdenes mentales como consecuencia del consumismo, no es algo que cada persona no pueda tratar a través de la introspección.
Como dijimos anteriormente, el consumismo no es algo necesariamente malo, solo es la forma en la que la sociedad se ha adaptado a este siglo, y formamos parte de él gracias a nuestra capacidad de adaptación.