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Sin duda que cualquier ruptura amorosa es dolorosa; sin embargo, aquella que es la consecuencia de una infidelidad es en extremo hiriente. Cuando el sufrimiento comienza, puede llegar a ser tan intenso que la víctima tiende a sentir que no podrá superarlo, pero esto no es cierto.
Es muy duro saber que la persona amada y a la que se le entregó la confianza ha sido infiel, dañando todo lo que se había construido en pareja. Es una situación que casi todas las personas han experimentado.
Al tener conocimiento de este tipo de situación es normal pasar por un shock inicial, que nos hace cuestionarlo todo e incluso tiene síntomas físicos como mareos, desorientación, náuseas, dolores de cabeza y más. Antes de tomar cualquier decisión es necesario que se tenga la seguridad de que se ha violado la confianza de la relación en realidad; entonces, se podrá resolver qué hacer.
El proceso que se comienza una vez que se decide la separación es complicado, pero culminará con la superación de esta difícil etapa. Una vez que una persona toma la determinación de alejarse de su pareja debido a una infidelidad, pasará por ciertas fases de dolor que son perfectamente normales. Resulta importante entender que si bien se debe transitar por estas etapas, no se debe permitir el atascamiento en ninguna para poder superar el dolor.
Negación que la pareja ha terminado
Como en todo proceso de duelo, el tránsito se inicia con la negación. En esta etapa la víctima se siente desorientada y comienza a sentir incredulidad en relación a los hechos. Cuestiona las pruebas, las conversaciones, hasta lo que ha visto; encuentra explicaciones a lo sucedido aunque no sean del todo lógicas. En resumen, la víctima de la infidelidad no asume lo que ha sucedido con su pareja y con su relación.
En este momento, es normal que la persona sienta el deseo de regresar con su antigua pareja e incluso pueden existir intentos de hacerlo. Esto es usual; sin embargo, hay que intentar reducir los efectos de esta etapa: cuidar de no hacerse ciego ante la realidad, retractarse de la ruptura por razones erradas, entre otros.
Cuando el amor se convierte en obsesión
Al superar la negación se tiene la completa certeza de que la infidelidad realmente ha ocurrido y la víctima no puede dejar de pensar en ello. Se pregunta cómo habrá sucedido todo, dónde se conocieron, quién más lo sabía, qué siente su ex-pareja por la otra persona y mucho más. Debido a estas preguntas sin respuestas se pueden comenzar a suponer cosas y a dar explicaciones hirientes nacidas de la imaginación.
Es posible que durante esta etapa se sienta el deseo de constatar todos los hecho, de preguntar a todos acerca de todo lo relacionado con la infidelidad, de indagar cuan profundo le sea posible. Es muy importante controlar en esta etapa situaciones que pueden ser muy nocivas; es importante evitar el acoso a la antigua pareja, a las personas cercas y a quien fue el motivo de la infidelidad.
La ira o rabia al terminar una relación
De pronto, la víctima de la infidelidad puede sentir momentos de ira muy fuerte, casi incontenible. Esto es consecuencia de que todo lo que sabe, más lo que ha imaginado que sucedió. La molestia que siente es profunda y puede sentir deseos de atentar en contra de todo lo que represente a su expareja. Sin embargo, representa en alguna medida la aceptación de los hechos, lo cual es bueno.
Es una etapa de mucho cuidado, pues no hay nada de malo en deshacerse de fotografías, regalos y cosas por el estilo. Pero es importante controlar los impulsos de dañar al objeto de su molestia hiriéndolo de manera física o emocional. Se debe tener especial cuidado cuando en la pareja hay intereses comunes como hijos o bienes.
Entrar en un estado de depresión
Cuando pasa la ira, entonces queda la tristeza. La víctima tiende a culparse a sí misma por lo ocurrido. Esta etapa se caracteriza por un profundo sentimiento de vacío y desolación. Llorar es normal y también sentir mucho cansancio físico y mental; al punto de no querer hacer nada, excepto dormir o no levantarse de la cama. Para pasar este proceso de luto, es importante sentir esta tristeza; pero no se puede permitir que la depresión se haga completamente de la vida.
No es sano evitar el llanto, pero tampoco quedarse en el lamento perpetuo. En esta fase del proceso, es muy importante la ayuda de las amistades y los familiares. Es bueno también tratar de concentrarse un poco en las otras cosas de la vida como: el trabajo, el hogar, los hijos, los intereses y otros.
La etapa de la aceptación
En esta fase del proceso de sanación, aunque no ha desaparecido por completo la tristeza comienza a haber un entendimiento más consciente de la situación. Se analizan las razones de lo ocurrido, se comprende que la ruptura era necesaria a pesar de lo difícil y se acepta que no vale la pena establecer culpas.
En este periodo, la víctima siente el deseo por superar el difícil momento y siente un poco de sosiego en su interior. Comprende que existe aun el dolor, pero que solo hace falta un poco de tiempo para calmarlo. El perdón comienza a rondar por la mente, sin que ello signifique un regreso o el olvido de lo ocurrido; pero se comprende que perdonar significa deshacerse de la carga pesada que ha llevado.
La fase de la evolución personal
Este es el instante esperado, es cuando se ha logrado superar la infidelidad y la ruptura de manera completa. No hay dolor, no se siente rencor y se puede seguir con la vida con total normalidad.
Es posible que sienta el deseo de comenzar a conocer otras personas o que esté disfrutando el tiempo de soledad a plenitud. Se comienza un camino despejado y en el que el recuerdo de lo sucedido no es recurrente.
Todo comienza a fluir mejor, se siente que ha amanecido y que hay plenitud emocional. Es importante disfrutar de este momento y aprender de lo que ha sucedido para no repetir una situación tan dolorosa en una futura relación.