Las vacaciones son ese momento del año en que podemos librarnos de las responsabilidades del trabajo y romper con la cotidianidad. Es de suponer entonces, que las vacaciones son el remedio perfecto para combatir tanto el estrés, como la ansiedad y la depresión. Entonces, ¿podemos sufrir a causa de ello? El síndrome postvacacional, como su nombre lo indica, ocurre posterior a las vacaciones y puede ser perjudicial para nuestra salud mental.
¿Quieres saber de qué se trata? Descubre cómo nos afecta, qué hacer para evitarlo.
¿Qué es el síndrome postvacacional?
A pesar de que todavía no se reconoce como una enfermedad o patología mental, el síndrome postvacacional se trata de un inadecuado proceso de adaptación a la vida laboral, pero también afecta en otros entornos de gran actividad como el educativo y las tareas domésticas.
Sucede que durante las vacaciones se interrumpen las actividades habituales y son reemplazadas por actividades recreativas, divertidas y relajantes. La mente se adapta con mayor facilidad a esto, porque recibe mayores estímulos positivos. Mientras que volver a las actividades habituales, solo genera fastidio, cansancio y hastío.
Sin embargo, esto no ocurre siempre, ya que muchas personas aprecian y disfrutan de su trabajo, su carrera educativa o sus actividades en el hogar. Por lo tanto, tienen que existir ciertos factores que influyan en la aparición de este trastorno y algunos otros que lo compliquen, ya que también suele desaparecer por sí solo al cabo de algunas semanas, pero para algunas personas solo se transforma en un problema mucho más grande.
Factores que influyen en el síndrome postvacacional
Hasta la persona más apasionada por su trabajo puede llegar a sufrir del síndrome postvacacional, pero se sabe que es mucho más probable padecerlo cuando el individuo viene arrastrando sentimientos de apatía y desprecio por su rutina diaria. Es decir, cuando ya se estaba evidenciando un bajo rendimiento laboral antes de las vacaciones.
Se cree que una manera de ser más vulnerable a este problema, es tener pensamientos obsesivos entorno a las vacaciones o cualquier día libre en general, ya que esto evidencia una total intolerancia al trabajo o cualquier otra rutina que desempeñe. Esto es algo que suele observarse también en el retorno de las vacaciones, pues la persona solo piensa en los días libres que tuvo y no puede esperar a repetir esa experiencia.
¿Quiénes son más propensos a padecerlo?
Como hemos mencionado anteriormente, cualquiera puede llegar a padecer de este síndrome, y la mayoría seguramente lo supera sin mayor problema al cabo de unos días, ya que todo se trata de adaptarse a una normalidad laboral.
Por otro lado, se cree que este tipo de problemas de adaptación ocurren muy poco o simplemente no ocurren en los países donde el entorno laboral es favorable, confortable, donde las personas tienen mayor capacidad de desarrollarse socialmente y cuentan con más actividades recreativas en su rutina, como el ejercicio, el deporte y el arte.
Mientras que en otros países donde la sociedad es mucho más estricta y comprometida con el entorno laboral, se relacionan muy poco entre sí y sienten presión sobre su desempeño, las personas son mucho más propensas a padecerlo.
Se cree que este es el caso de algunos países asiáticos como Japón y Corea del Sur.
Síntomas asociados
Algunos de los síntomas que delatan la presencia de este síndrome son los siguientes:
- Debilidad generalizada: El individuo siente fatiga en todo el cuerpo aunque no haya desempeñado ninguna actividad física.
- Insomnio: Se vuelve muy difícil conciliar el sueño por las noches. Muchas veces ocurre si hay una diferencia de horario a la que debe adaptarse.
- Somnolencia: A causa de las pocas horas de sueño y la debilidad general, se siente mucha somnolencia durante todo el día.
- Problemas de concentración: Se le hace a la persona muy difícil enfocarse en las actividades que desempeña, muchas veces por estar pensando en los momentos de descanso.
- Intolerancia: Esta intolerancia se presenta hacia el trabajo, los estudios o incluso las personas con las que se rodea. Haciendo que el individuo se vuelva menos sociable.
- Desidia: Las actividades se hacen sin ganas ni motivación, solo por la obligación de hacerlas.
- Angustia: La persona con síndrome postvacacional puede llegar a sentir angustia y desesperación al no querer continuar con su rutina diaria pero no estar en condiciones de dejarla.
- Bloqueo mental: Las ideas no son capaces de fluir libremente y las personas no pueden dar con la respuesta a situaciones simples.
- Agresividad: A causa de todo lo que experimenta, quien padece de este síndrome puede llegar a ser agresivo como un método de defensa ante el reconocimiento de un bajo desempeño.
- Estrés: El estrés es inevitable hasta cierto punto, especialmente cuando la falta de adaptación lleva más de dos semanas. Junto con el estrés, aparecen todos los síntomas asociados a la ansiedad como palpitaciones, sudoración, sensación de desmayo, náuseas y sensación de ahogo.
¿Qué sucede si no se trata?
En la mayoría de los casos, el síndrome postvacacional simplemente desaparece y la persona termina de adaptarse a su rutina original. Pero si no lo hace, con el paso del tiempo el trabajo o las actividades que se desempeñan se van haciendo mucho más complicados por la falta de rendimiento. Esto produce estrés, ansiedad y en la mayoría de los casos, cuadros depresivos.
Es decir, esto puede pasar de ser un síndrome inofensivo que solo requiere de unos días para desaparecer, a un caso crónico de patologías mentales.
¿Cómo podemos prevenirlo?
Es posible atacar el síndrome postvacacional incluso antes de que aparezca, ya que la prevención en estos casos es lo más aconsejable. A continuación, te diremos cómo puedes hacer para prevenir un dramático regreso a la realidad.
- Mantener cierta rutina durante las vacaciones: Aunque las vacaciones son para disfrutar, una manera asertiva de no interrumpir tan abruptamente la rutina laboral previa a las vacaciones, es mantener cierto horario o ciertos hábitos dentro de lo posible. Como dormirse y levantarse a la misma hora de siempre, mantener las horas de la comida y realizar alguna actividad asociada al trabajo por algunos minutos al día.
- No volver un día antes de comenzar a trabajar o estudiar: Volver a casa lleva su propio proceso, hay que desempacar, organizar y descansar del viaje, así que lo peor es volver un día antes que debas incorporarte.
- Iniciar la rutina con optimismo y motivación: Así como seguramente te tomaste el tiempo en programar tus vacaciones, también dedícale unas horas a programar tu regreso a las actividades. Plantéate objetivos y revive la motivación que te despierta diariamente.
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